Un triste bronce que le costó mucho sudor a Natalia Rodríguez es el balance nacional en el recién terminado Mundial de Atletismo de Daegu. El atletismo español también está en crisis, no en recesión, para qué engañarse. Dicen que lo peor de la crisis económica todavía no ha pasado, y mucho me temo que la del atletismo español tampoco. Los Juegos de Londres 2012 pueden ser aún más dolorosos que la cita mundialista.
Al atletismo español hace tiempo que se le acabaron los ídolos. Paquillo hizo saltar la liebre de la Operación Galgo y con ello también se llevó por delante a Marta Domínguez, que reaparecerá en la capital inglesa el próximo verano para lavar su cinta rosa después de tantos manchones. Chema Martínez ya suma cuarenta años y aunque su sonrisa y simpatía parecen eternas, su corazón ya no bombea como antes.
Son los últimos integrantes de una generación que ha sido para el atletismo lo que los noventayochistas para la literatura. Un grupo de deportistas en cuyo liderazgo mediático se situó Fermín Cacho al tocar el techo del atletismo español en las Olimpiadas de Barcelona 92. Así empezó una de las etapas doradas de este deporte que tan carente de ídolos se encuentra a día de hoy.
Y es que no es de extrañar que en un país donde todo deporte sin pelota de por medio parece no existir el atletismo esté atravesando por esta crisis existencial. Muchos son los que se escudan en la superioridad de la raza negra y el dominio africano, pero pocos los que se preguntan por qué a Kenia le sobran los maratonianos y en España nadie baja de las 2h:10 desde hace años.
Es sencillo. Si en Kenia corren quinientos mil chavales es más probable que salgan atletas buenos que en España, donde corren veinte mil, porque el resto está jugando al fútbol. Por algo somos campeones del mundo de fútbol y Kenia no tiene ni liga profesional, y por algo en Daegu Kenia ha sacado 17 medallas mientras que España ha quedado por debajo de un país llamado San Cristóbal y Nieves.
Al atletismo español hace tiempo que se le acabaron los ídolos. Paquillo hizo saltar la liebre de la Operación Galgo y con ello también se llevó por delante a Marta Domínguez, que reaparecerá en la capital inglesa el próximo verano para lavar su cinta rosa después de tantos manchones. Chema Martínez ya suma cuarenta años y aunque su sonrisa y simpatía parecen eternas, su corazón ya no bombea como antes.
Son los últimos integrantes de una generación que ha sido para el atletismo lo que los noventayochistas para la literatura. Un grupo de deportistas en cuyo liderazgo mediático se situó Fermín Cacho al tocar el techo del atletismo español en las Olimpiadas de Barcelona 92. Así empezó una de las etapas doradas de este deporte que tan carente de ídolos se encuentra a día de hoy.
Y es que no es de extrañar que en un país donde todo deporte sin pelota de por medio parece no existir el atletismo esté atravesando por esta crisis existencial. Muchos son los que se escudan en la superioridad de la raza negra y el dominio africano, pero pocos los que se preguntan por qué a Kenia le sobran los maratonianos y en España nadie baja de las 2h:10 desde hace años.
Es sencillo. Si en Kenia corren quinientos mil chavales es más probable que salgan atletas buenos que en España, donde corren veinte mil, porque el resto está jugando al fútbol. Por algo somos campeones del mundo de fútbol y Kenia no tiene ni liga profesional, y por algo en Daegu Kenia ha sacado 17 medallas mientras que España ha quedado por debajo de un país llamado San Cristóbal y Nieves.
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